We Celebrate, And We Also Hold Her to Account to Lead on Gender Equity
by Naomi Ramos, Girl Rising Program Manager and Curriculum Development Coordinator
This week, Mexico elected Claudia Sheinbaum our first woman president and the first woman to hold that office in all of North America. For Mexicans like me, this is a hugely significant moment. It’s a time to celebrate, but also a time to pause, and truly understand what this election means for a nation which has never had a woman president in its 200-year history. Symbolically and culturally, I am certain this will have ripple effects.
It is undeniable: it is a historical feat. Only two years before my mother was born in 1957, women were granted the right to vote in Mexico. Growing up, I never even considered the possibility of having a woman as a president, let alone aspiring to be one. Even just a few years back, the question “Is Mexico ready for a woman as the president?” kept being thrown around, more as a thought experiment than as a real inquiry. But today is different. Young people know that it does not matter whether you are a man or a woman, you can aspire to become president.
Today, I have hope, but I also see how much work there is to be done in my country to address our pressing needs - economic justice, human rights protection, climate change action, and especially gender equity.
According to UN Women, an average of 10 women are victims of femicide each day in Mexico, with thousands more simply disappearing. More than 40 percent of Mexican women who are 15 years old or older say they have been victims of some sort of violence in their lives. During her campaign, Sheinbaum said she would replicate measures against gender-based violence that were implemented when she was mayor of Mexico City. However, during her mayoral term she did not go nearly far enough in protecting women and was heavily criticized for not taking a stronger stance to reduce gender based violence, as if her leading tactics were no different than a man’s.
The fact that Sheinbaum is a climate scientist is also cause for hope, because climate change is a multiplier of barriers to girls and women. Research indicates that women and girls are up to 14 times more likely to be harmed during a disaster. For those who survive, climate-induced disasters can amplify gender inequalities, making them more vulnerable to gender-based violence, even when life for others returns to normal. Andres Manuel Lopez Obrador, Mexico’s current president who backed Claudia’s presidential race, did not prioritize the use of renewable energies in the country. However, there is hope in recognizing Claudia’s background may change the course of climate action across the country.
For women, girls and men who understand that gender equity is not just a women’s issue, but a human issue, we have an opportunity to ensure our demands are known, and to hold our President Elect Sheinbaum to account. I have little doubt that Claudia will be held to higher standards than her predecessors, facing more scrutiny simply because she is a woman leading a country with deep-rooted values in sexism and machismo. However, all of us, women, men and children will be paying attention to this, and how young minds assimilate the possibility to have a woman president will be deeply impacted by this as well. It is important to consider - especially for us who work with young people, to harness the power of education with holding our government leaders accountable, without perpetuating gender stereotypes while we do so.
Today, girls all around the country will now have a popular reference to believe that politically, their voice matters and that if there’s a woman leading the country, there’s space for them to bring about change in their communities too. Over time, with proper scaffolding, gentle leading, and nurturing the values of a more equitable world, I think girls and boys will not only know that women are able to lead, but also, that they don’t have to lead the same way the men that came before them. That they can become their own kind of leaders, building worlds and realities where we take better care of each other, the environment, and the future. And that is something to truly celebrate.
(En español)
Esta semana, México eligió a Claudia Sheinbaum como nuestra primera mujer presidenta y la primera mujer en ocupar ese cargo en toda América del Norte. Para las mexicanas como yo, este es un momento enormemente significativo. Si bien es un momento digno de celebración, también es un momento para detenerse y comprender verdaderamente lo que significa esta elección para una nación que nunca ha tenido una mujer presidenta en sus 200 años de historia. Simbólica y culturalmente, estoy segura de que esto tendrá efectos en cadena a corto y largo plazo.
Es innegable: es una hazaña histórica. Sólo dos años antes de que mi madre naciera en 1957, a las mujeres se les concedió el derecho al voto en México. Cuando yo era niña, nunca consideré la posibilidad de tener una mujer como presidenta, mucho menos aspirar a ser una. Incluso hace unos pocos años, la pregunta "¿Está México listo para tener una mujer como presidenta?" se planteaba, más como un experimento conversacional, que como una verdadera consulta. Pero hoy es diferente. Las y los jóvenes saben que no importa si eres hombre o mujer, puedes aspirar a ser presidente.
Hoy tengo esperanza, pero también veo cuánto trabajo queda por hacer en mi país para abordar nuestras necesidades urgentes: justicia económica, protección de los derechos humanos, acción contra el cambio climático y, especialmente, equidad de género.
Según ONU Mujeres, un promedio de 10 mujeres son víctimas de feminicidio cada día en México, con miles más simplemente desapareciendo. Más del 40 por ciento de las mujeres mexicanas de 15 años o más dicen haber sido víctimas de algún tipo de violencia en sus vidas. Durante su campaña, Sheinbaum dijo que replicaría las medidas contra la violencia de género que se implementaron cuando fue alcaldesa de la Ciudad de México. Sin embargo, durante su mandato como alcaldesa no fue lo suficientemente lejos en la protección de las mujeres y fue fuertemente criticada por no tomar una postura más firme para reducir la violencia de género, como si sus tácticas de liderazgo no fueran diferentes a las de un hombre.
El hecho de que Sheinbaum sea científica climática también es motivo de esperanza, porque el cambio climático es un multiplicador de barreras para las niñas y mujeres. La investigación indica que las mujeres y las niñas tienen hasta 14 veces más probabilidades de verse afectadas durante un desastre. Para aquellas que sobreviven, los desastres inducidos por el clima pueden amplificar las desigualdades de género, haciéndolas más vulnerables a la violencia de género, incluso cuando la vida para otros vuelve a la normalidad. Andrés Manuel López Obrador, el actual presidente de México, quien apoyó la carrera presidencial de Claudia, no priorizó el uso de energías renovables en el país. Sin embargo, hay esperanza en reconocer que el contexto y los estudios previos de Claudia pueden cambiar el rumbo de la acción climática en todo el país.
Para mujeres, niñas y hombres que entienden que la equidad de género no es sólo un problema de mujeres, sino un problema humano, tenemos la oportunidad de asegurar que nuestras exigencias sean conocidas y de responsabilizar a nuestra Presidenta Electa Sheinbaum. No tengo duda de que será juzgada con estándares más altos que sus predecesores, enfrentando más escrutinio simplemente porque es una mujer liderando un país con valores profundamente arraigados en el sexismo y el machismo. Sin embargo, todos nosotros, mujeres, hombres y niños, estaremos prestando atención a esto, y cómo las mentes de las y los jóvenes asimilan la posibilidad de tener una mujer presidenta también se verá profundamente afectado por esto. Es importante considerar, especialmente para quienes trabajamos con jóvenes, aprovechar el poder de la educación para responsabilizar a nuestros líderes gubernamentales, sin perpetuar estereotipos de género mientras lo hacemos.
Hoy, las niñas de todo el país tendrán una referencia popular para creer que, políticamente, su voz importa y que si hay una mujer liderando el país, hay espacio para que ellas también generen cambios en sus comunidades. Con el tiempo, con el apoyo adecuado, una educación gentil y fomentando los valores de un mundo más equitativo, creo que las niñas y los niños no sólo sabrán que las mujeres pueden liderar, sino también, que no tienen que liderar de la misma manera que los hombres que las precedieron. Que pueden convertirse en su propio tipo de líderes, construyendo mundos y realidades donde nos cuidemos mejor unos a otros, al medio ambiente y al futuro. Y eso es algo que realmente debemos celebrar.
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